divendres, 17 d’abril del 2020


Capitulo veintiséis de:
Un pensionista autocaravanista confinado en casa.
Cuarta parte del viaje a Italia 2019. Florencia.

Hoy me siento con pocas ganas de poner negro sobre blanco explicando mis viajes, pero es necesario que lo haga por el bien de mi salud mental y también para no perder ni una brizna de esperanza de la situación en que nos encontramos todo los mortales de este mundo maravilloso que teníamos.

Escrito mi estado de ánimos actual intentare centrarme mentalmente en el sitio y la ciudad que quiero visualizar con mis escritos. Ayer salíamos de Pisa dirección a Florencia por la carretera SS67 que nos llevaría directos hacia vuestro próximo destino. Por el camino tampoco teníamos apuntado en la agenda ningún sitio que nos hiciera hacer un alto en nuestra ruta.

Seguía apretando el calor de cada día pero cuanto más al Sur de Italia mas apretaba y mientras hacíamos ruta más fuerza cogía de cambiar completamente de ruta para buscar otro clima más fresquito, y empecemos a visualizar un lugar como los Alpes, ya que también era la ruta de vuelta hacia a casa, Barcelona.

Lleguemos a Florencia y hicimos una visita con la Camper buscando el centro y un sitio para poder aparcar, así que mientras circulábamos ya vimos el famoso puente que sale en todas las fotos, y por suerte no tardemos en encontrar una zona para dejar la AC, la dejemos en un sitio precioso donde habían unas cascadas de agua al pie de una especie de colina que era una zona verde que por la noche subimos hasta arriba y siguiendo el sonido de la música encontremos un sitio precioso.

La cima de esta colina es un castillo ya muy derruido pero la zona muy bien cuidada, en el cual había un gran restaurante con una inmensa terraza en que se veía la ciudad a tus pies, esas terrazas estaban amenizadas con música en directo que invitaba a sentarte tomarse una caña y relajarte viendo pasar el tiempo. Un descubrimiento que lo hicimos con mi nieta adolescente, la señora no quiso subir aquellas escaleras, tengo que decir que no le gusta descubrir ni cimas ni lugares donde tenga que hacer un esfuerzo añadido, es una lástima, ya que se pierde muchas cosas que precisamente son aquellas que te quedan en la retina y en la mente y días como los que estamos viviendo son estos sitios, momentos, y visiones que mentalmente aun estas en aquel lugar mágico.

Pasemos la noche en este mismo lugar y por la mañana después de desayunar decidimos ir a descubrir esta ciudad maravillosa que es Florencia. Des de nuestra AC divisábamos el puente Vecchio, este es uno de los más famosos de los muchos que tiene Florencia ya que le atraviesa el Rio Amo, en el puente se encuentran las joyerías donde sus escaparates te invitan a parar y mirar todas aquellas joyas que la mayoría de los mortales no podemos permitirnos y menos dos pensionistas como somos nosotros.

 Recorrimos sus calles repletas de turistas como nosotros, aun que yo me defino como viajero, los cuales te impiden tener un paso recto y ligero, y al rato lleguemos a una gran plaza con una inmensa catedral que nos dejo con la boca abierta con su color claro, ya que estamos acostumbrados a ver las fachadas de las catedrales más bien oscuras y poco limpias.


¡Qué maravilla! Fotos y fotos, de aquí de allá, y no sabíamos ni en que dirección mirar ni cual tomar para seguir asombrándonos. Pongo unas fotos las cuales hablaran más que yo. Decir que tenéis que visitar Florencia una vez en la vida, nosotros seguiremos viajando por el mundo.

Decir que en Florencia decidimos no seguir más hacia el Sur si no que daríamos la vuelta para seguir hacia Venecia pero con la idea ya puesta de buscar el fresquito de los Alpes, así que mañana será otra historia.
Jordi Coch. 17-04-2020.


















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