dimecres, 22 d’abril del 2020


Capitulo treintaiuno de:
Un pensionista autocaravanista confinado en casa.
Novena parte de viaje a Italia. Julio de 2019.

En el capitulo anterior lleguemos a Milán, ciudad de renombre por muchas cosas que luego comentaremos, pero interesaba buscar un aparcamiento seguro ya que la intención era pasar un día muy completo en ella, así que miremos la aplicación para dejarla en un área.

En el cinturón de Milán tenemos tres áreas, pero siempre buscamos la más económica y la más cercana del centro, escogimos una con servicios ya que necesitábamos llenado y vaciado de ellas, las coordenadas son: N 45.40164, E 9.18215 esta área esta cercana a una parada de tranvía que nos llevaría en todo el centro, y así fue.

Por la mañana nos levantemos un poco más temprano que de costumbre, que no somos de madrugar, dicho de paso, y después de un desayuno nos dirigimos a la parada del tranvía, no nos importaba donde bajarnos pero sí que queríamos empezar  por el meollo, y lo logremos fácil, nos bajamos en el lugar donde el transporte quedo casi vacío, entendimos que era cerca del centro.

Después de un rato de idas i venidas lleguemos a la plaza de Duomo, en este lugar y sus alrededores tienes para pasar el día, entre tiendas de lujo, restaurantes dentro de aquellas galerías preciosas, creo que ya se nos fue la mañana. Aquel día nos dimos un capricho curinario y nos quedemos a comer en un restaurante del centro debajo de aquellas obras de arte.

Teníamos miedo al ir con nuestra perrita Nuca de que no nos dejaran entrar al restaurante pero la sorpresa fue mayúscula, nos sentaron en la terraza con vistas a la plaza y solo tomar asiento trajeron un recipiente de agua para la Nuca, seguro que  iba incluido en el precio, pero es que me disgusta mucho aquellos establecimientos que no te dejan entrar con mascotas, lo puedo llegar a entender, ya que no todas las mascotas son iguales pero es que la nuestra se porta muy bien mientras nadie se acerque a nosotros ni te das cuenta que este.

Después de comer seguimos de tiendas para dar una satisfacción a una adolescente de diecisiete años, y como estábamos en la ciudad de la moda como no lo íbamos a dar esta satisfacción, la nieta ya traía una lista de aquellas tiendas que teníamos que visitar, comprar ya fue otra cosa, son precios prohibitivos para nosotros.

Artos de dar vueltas por las tiendas nos dirigimos a la catedral para visitarla aquí sí que la perrita tuvo que quedarse fuera con la nieta mientras nosotros después de una media hora de cola pudimos entrar. Preciosa, lujosa, con un colorido especial y un suelo de colores que nunca vi anteriormente, no descartamos en regresar a esta ciudad para poder visitarla más detenidamente.

Milán necesitas como mínimo tres días para poder visitar aquellos sitios más emblemáticos y seguro que no los ves todos, esta ciudad tiene cantidad de museos y galerías de arte en que se refleja sus muchos años de historia, dicen que también son muy famosos sus locales nocturnos donde sirven el típico aperitivo milanés, y otros centros comerciales fuera de la plaza Duomo que no tienen nada que envidiar otras ciudades de Europa, tenemos que volver, seguro.

Ya por la tarde nos dirigimos para casa donde nos dimos una buena ducha en las instalaciones del área y descansemos un poco antes de preparar la cena, no sé que tienen las ciudades pero te destrozan más que andar por las montañas, al menos a mí.

Por la mañana siguiente levantemos amarras para otro lugar siempre con la intención de pasar por una ciudad muy montañosa que a mí me encanta la cual nosotros ya habíamos visitado, pero me gusta mucho enseñar a la nieta sitios precioso donde hemos estado, así que repetimos la visita a esta preciosa ciudad de montaña que es Chamonix.

Pero esto será otro capítulo, otra historia para otro día.
Jordi Coch. 22-04-2020.












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