dijous, 16 d’abril del 2020


Capitulo veinticinco de:
Un pensionista autocaravanista confinado en casa.
Tercera parte del verano 2019 por Italia.

 En el capitulo anterior salíamos de La Spezia dirección a Pisa. Así que nos ponemos al volante para iniciar viaje. Mientras hacemos carretera los comentarios y las conclusiones de la visita a Cinque Terre siempre terminaban con el mismo comentario, “si no fuera por esta calor” es que era verdad, hacía un calor agobiante y donde mejor se estaba era dentro de la AC con el aire acondicionado.

La ruta puesta en el tomtom no era larga, la de Pisa, y alrededor del medio día ya estábamos en el meollo de lo que queríamos visitar, la torre y los otros edificios, decir que tuvimos suerte que en una calle ancha cercana de la torre donde con zona azul pudimos aparcar ya que mientras buscábamos espacio para nosotros, otros como nosotros salían, así que el sitio aun estaba calententito.

Pero tenemos que mencionar aquellos gorrillas que se ponen delante tuyo a señalarte un aparcamiento para que les sueltes unos euritos, esto no me gusta, pero cuando vas por el Mundo tenemos que aceptar muchas cosas que no nos gustan, pero a favor de la persona tenemos que decir que era muy simpático, nos atendió en todo, nos acompaño a sacar el ticket, mientras nos ofrecía pulseras de hilo, ese era el valor añadido del coste de la zona azul, para nuestra seguridad terminemos comprando la dichosa pulserita par la nieta, pero dejemos la AC en buenas manos.

Después de andar un rato ya divisemos la entrada del recinto donde está situada la torre de Pisa y sus otros edificios los cuales conforman un conjunto arquitectónico precioso, esta entrada está llena de paraditas llenas de suvenir, y entre que estaban pegaditas unas de las otras, la gente apretada, el calor, tardemos poco en salir de la aglomeración para pasar los arcos de la entrada.

La vista des de la entrada es preciosa,  pero a medida que te acercas empiezas a descubrir el funcionamiento de la explotación turística, colas en todos los sitios de aquellos edificios que puedes acceder. Nos interesaba subir a la torre ya que las dos veces anteriores que estuvimos no pudimos subir por obras en el interior, pero nuestra sorpresa fue que los grupos que hacen para visitar la torre ya estaban llenos hasta el penúltimo de la tarde. Que hacíamos? Si nos esperamos mientras que hacíamos bajo un sol abrasador, solo íbamos de una sombra a otra de los edificios que es donde se acumulaba la gente que buscaba lo mismo que nosotros, la sombra.

Así que no cogimos plaza para subir a la torre, otra vez sin subir a la torre, así que decidimos hacer recorrido por todo el exterior y mientras hacer las fotos típicas de Pisa, en que tienes que coger la vez para tener sitio para ponerte  encima de uno de los pequeños pilares, que aguantan las enormes cadenas que rodean el césped de los recintos, de los edificios para tener aquella foto donde uno parece que aguanta la torre para que no se caiga.  

Artos de aguantar el Sol nos fuimos ya para la AC la pusimos en marcha para que se refrigerar la cabina y poner rumbo hacia Florencia. No queríamos dejarla atrás ya que teníamos intención de recorrer toda la costa italiana. Digo teníamos porque camino a Florencia intente persuadir a la nieta de cambiar el rumbo total de nuestro viaje, así que le propuse irnos a sitios más frescos. 

Y aquí empezó un dilema, convencer de que Italia se tiene que visitar en primavera y no en verano, tanto por el calor como por las aglomeraciones de gente, pero esto ya es otra historia que será en la parte de mañana.



 Jordi Coch. 16-04-2020.









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