Capitulo veinticinco de:
Un pensionista autocaravanista
confinado en casa.
Tercera parte del verano 2019 por
Italia.
En el capitulo
anterior salíamos de La Spezia dirección a Pisa. Así que nos ponemos al volante
para iniciar viaje. Mientras hacemos carretera los comentarios y las
conclusiones de la visita a Cinque Terre siempre terminaban con el mismo
comentario, “si no fuera por esta calor” es que era verdad, hacía un calor agobiante
y donde mejor se estaba era dentro de la AC con el aire acondicionado.
La ruta puesta en el tomtom no era larga, la de Pisa, y alrededor
del medio día ya estábamos en el meollo de lo que queríamos visitar, la torre y
los otros edificios, decir que tuvimos suerte que en una calle ancha cercana de
la torre donde con zona azul pudimos aparcar ya que mientras buscábamos espacio
para nosotros, otros como nosotros salían, así que el sitio aun estaba calententito.
Pero tenemos que mencionar aquellos gorrillas que se ponen delante
tuyo a señalarte un aparcamiento para que les sueltes unos euritos, esto no me
gusta, pero cuando vas por el Mundo tenemos que aceptar muchas cosas que no nos
gustan, pero a favor de la persona tenemos que decir que era muy simpático, nos
atendió en todo, nos acompaño a sacar el ticket, mientras nos ofrecía pulseras
de hilo, ese era el valor añadido del coste de la zona azul, para nuestra
seguridad terminemos comprando la dichosa pulserita par la nieta, pero dejemos
la AC en buenas manos.
Después de andar un rato ya divisemos la entrada del recinto
donde está situada la torre de Pisa y sus otros edificios los cuales conforman
un conjunto arquitectónico precioso, esta entrada está llena de paraditas
llenas de suvenir, y entre que estaban pegaditas unas de las otras, la gente
apretada, el calor, tardemos poco en salir de la aglomeración para pasar los
arcos de la entrada.
La vista des de la entrada es preciosa, pero a medida que te acercas empiezas a
descubrir el funcionamiento de la explotación turística, colas en todos los
sitios de aquellos edificios que puedes acceder. Nos interesaba subir a la
torre ya que las dos veces anteriores que estuvimos no pudimos subir por obras
en el interior, pero nuestra sorpresa fue que los grupos que hacen para visitar
la torre ya estaban llenos hasta el penúltimo de la tarde. Que hacíamos? Si nos
esperamos mientras que hacíamos bajo un sol abrasador, solo íbamos de una
sombra a otra de los edificios que es donde se acumulaba la gente que buscaba lo
mismo que nosotros, la sombra.
Así que no cogimos plaza para subir a la torre, otra vez sin
subir a la torre, así que decidimos hacer recorrido por todo el exterior y
mientras hacer las fotos típicas de Pisa, en que tienes que coger la vez para
tener sitio para ponerte encima de uno
de los pequeños pilares, que aguantan las enormes cadenas que rodean el césped
de los recintos, de los edificios para tener aquella foto donde uno parece que
aguanta la torre para que no se caiga.
Artos de aguantar el Sol nos fuimos ya para la AC la pusimos
en marcha para que se refrigerar la cabina y poner rumbo hacia Florencia. No queríamos
dejarla atrás ya que teníamos intención de recorrer toda la costa italiana. Digo
teníamos porque camino a Florencia intente persuadir a la nieta de cambiar el
rumbo total de nuestro viaje, así que le propuse irnos a sitios más frescos.
Y aquí empezó un dilema, convencer de que Italia se tiene que visitar en primavera y no en verano, tanto por el calor como por las aglomeraciones de gente, pero esto ya es otra historia que será en la parte de mañana.
Jordi Coch. 16-04-2020.
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