dissabte, 25 d’abril del 2020


Capitulo treinta y tres de:
Un pensionista autocaravanista confinado en casa.
Viaje a Italia, Julio de 2019, de regreso, hoy Chamonix. Francia.

En el capitulo anterior explicaba que llegando a Chamonix estaba a tope de vehículos por la celebración de un festival, ya que en la época de verano en muchos sitios hacen actividades al aire libre.

Por la mañana después de descansar con un ojo abierto y el otro cerrado por el movimiento de personas que salían del festival a altas hora de la madrugada, el cansancio me pudo y al final me dormí del todo.

Nos levantemos ansiosos por ir a sacar los billetes para subir al funicular que nos llevaría a lo alto de l'aiguille du midi, pero hoy tendríamos un gran inconveniente con esta excursión. Por la tarde anterior al ir a buscar información vimos muy sorprendidos que no dejaban subir las mascotas, así que teníamos que dejar nuestra perrita Nuca encerrada en la AC casi todo el día, eso no nos gusta, ya que la consideramos una más de la familia, pero esta vez no nos quedo más remedio.

Solo llegar a la explanada del funicular nos encontremos una gran cola que esperaban para sacar su billete, pero tocaba esperar. Estuvimos casi una hora antes no cogimos la cabina, pero estas cabinas pueden transportar unas sesenta personas cada viaje y solo hay dos, mientras una sube la otra baja, tardan unos quince minutaos una de la otra.

Para llegar a la cima tienes que hacer transbordo a la mitad del recorrido, para acto seguido coger la cabina del segundo tramo. Cogimos un día claro en que a medida que subías por el primer tramo la ciudad cada vez se hacía más pequeña, que espectáculo de naturaleza. En el segundo tramo la vista era muy diferente, la ciudad se perdió de vista pero tenias una sensación que a medida que ibas subiendo te darías contra la montaña pero fue una sensación de llegar y tocar el cielo con las manos. Precioso.

Al llegar a la cima todavía te falta un poco más para llegar al final, hay un pequeño ascensor que te lleva hasta la terraza superior, al pie mismo de l,Agull, una terraza que puedes observar el glaciar de la parte del Mont Blanc el cual estaba lleno de nieve y con un frio que no te esperas en el mes de Julio, pero viniendo de una calor sofocante, ahora teníamos un frio que solo salías a las terrazas para ver la belleza, pero te apetecía más estar dentro a la cafetería.   

Tomar algo dentro de la cafetería nos nada barato, pero es lo que toca, claudicar. Nos hicimos las fotos correspondientes y regresemos hacia el punto de partida, con la diferencia que a la bajada antes de coger el segundo funicular te dejan el tiempo que quieras, en el lugar tienes un chiringuito donde poder almorzar, y después el que se atreva puede bajar andando por la montaña hacia Chamonix, pero nosotros teníamos seguir con la excursión.

Deciros que con el billete que adquieres para subir a l’Agull du Midi, puedes coger el tren rojo que te llevará al glaciar que se puede visitar por dentro, pero antes tienes que bajar cientos de escalera que después tienes que subir. Dentro del glaciar encontrareis formas de hielo con luces ambientales, es digno de ser visitado, pero el regreso es lo que te queda en la memoria. Fue una penitencia.

De regreso ya hacia la AC padecíamos por qué no sabíamos como encontraríamos la Nuca, ya que nunca habíamos dejado tantas horas nuestra Nuca. Solo al acercarnos ya nos vio por el cristal y se volvió loca de alegría, parecía una loca, como si no nos hubiéramos visto hacia más de un año.

Fin del día y de la historia en Chamonix, mañana otra ciudad, otra historia de un viaje a Italia muy cambiado que el que diseñamos cuando partimos de Barcelona.
Jordi Coch. 25-04-2020.
  


















Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada