Capitulo treintaiuno de:
Un pensionista autocaravanista
confinado en casa.
Novena parte de viaje a Italia. Julio
de 2019.
En el capitulo anterior lleguemos a Milán, ciudad de renombre
por muchas cosas que luego comentaremos, pero interesaba buscar un aparcamiento
seguro ya que la intención era pasar un día muy completo en ella, así que miremos
la aplicación para dejarla en un área.
En el cinturón de Milán tenemos tres áreas, pero siempre
buscamos la más económica y la más cercana del centro, escogimos una con
servicios ya que necesitábamos llenado y vaciado de ellas, las coordenadas son:
N 45.40164, E 9.18215 esta área esta cercana a una parada de tranvía que nos llevaría
en todo el centro, y así fue.
Por la mañana nos levantemos un poco más temprano que de
costumbre, que no somos de madrugar, dicho de paso, y después de un desayuno
nos dirigimos a la parada del tranvía, no nos importaba donde bajarnos pero sí
que queríamos empezar por el meollo, y
lo logremos fácil, nos bajamos en el lugar donde el transporte quedo casi vacío,
entendimos que era cerca del centro.
Después de un rato de idas i venidas lleguemos a la plaza de Duomo,
en este lugar y sus alrededores tienes para pasar el día, entre tiendas de
lujo, restaurantes dentro de aquellas galerías preciosas, creo que ya se nos
fue la mañana. Aquel día nos dimos un capricho curinario y nos quedemos a comer
en un restaurante del centro debajo de aquellas obras de arte.
Teníamos miedo al ir con nuestra perrita Nuca de que no nos dejaran
entrar al restaurante pero la sorpresa fue mayúscula, nos sentaron en la
terraza con vistas a la plaza y solo tomar asiento trajeron un recipiente de
agua para la Nuca, seguro que iba incluido
en el precio, pero es que me disgusta mucho aquellos establecimientos que no te
dejan entrar con mascotas, lo puedo llegar a entender, ya que no todas las
mascotas son iguales pero es que la nuestra se porta muy bien mientras nadie se
acerque a nosotros ni te das cuenta que este.
Después de comer seguimos de tiendas para dar una satisfacción
a una adolescente de diecisiete años, y como estábamos en la ciudad de la moda
como no lo íbamos a dar esta satisfacción, la nieta ya traía una lista de
aquellas tiendas que teníamos que visitar, comprar ya fue otra cosa, son
precios prohibitivos para nosotros.
Artos de dar vueltas por las tiendas nos dirigimos a la
catedral para visitarla aquí sí que la perrita tuvo que quedarse fuera con la
nieta mientras nosotros después de una media hora de cola pudimos entrar. Preciosa,
lujosa, con un colorido especial y un suelo de colores que nunca vi
anteriormente, no descartamos en regresar a esta ciudad para poder visitarla más
detenidamente.
Milán necesitas como mínimo tres días para poder visitar
aquellos sitios más emblemáticos y seguro que no los ves todos, esta ciudad
tiene cantidad de museos y galerías de arte en que se refleja sus muchos años
de historia, dicen que también son muy famosos sus locales nocturnos donde sirven
el típico aperitivo milanés, y otros centros comerciales fuera de la plaza
Duomo que no tienen nada que envidiar otras ciudades de Europa, tenemos que
volver, seguro.
Ya por la tarde nos dirigimos para casa donde nos dimos una
buena ducha en las instalaciones del área y descansemos un poco antes de
preparar la cena, no sé que tienen las ciudades pero te destrozan más que andar
por las montañas, al menos a mí.
Pero esto será otro capítulo, otra historia para otro día.
Jordi Coch. 22-04-2020.
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